Por: Iván Jiménez

@Ivanni_Simons

Somos una empresa que impulsa la transformación (primeramente de nosotros como disruptivos mexicanos imprescindibles) y entonces la transformación de nuestros clientes a través de la revolución del mindset, procesos, prácticas, herramientas para entonces intentar afectar el elemento crucial: la cultura organizacional.

En nuestra experiencia hemos conseguido implementar cambios positivos para nuestros clientes. No obstante, con cada experiencia me convenzo más del camino que nos hace falta recorrer como empresas para llegar a una transformación auténtica.

La tiranía de lo urgente provoca que todo mundo esté viendo todo lo que pasa, sin poder enfocarse en lo que es realmente urgente e importante.

Altas tazas de rotación de personal, prácticas barbáricas, multitasking y otras enfermedades consumen la cultura y hacen a las empresas simplemente un lugar más para trabajar.

Y es que si deseamos ver una transformación organizacional, que es algo que lleva mucho tiempo y aprendizaje, se debe creer en esto.

Desde arriba, los C-levels tienen que creer en esto por el valor que tendrá para la empresa. Y, para variar, muchos de los que creen están amenazados por el supremo de supremos para que apoyen la transformación. “Agilidad amenazante” le podemos llamar.

Estamos muy cómodos a llevar y mantener las iniciativas mientras estamos bajo cuidado o supervisión. ¿A poco no?

Si vamos al nutriólogo, seguimos sus indicaciones muchas veces para que no nos regañe. No por un interés auténtico en cambiar.

Lo mismo pasa con las transformaciones organizacionales: en muchos casos, para que funcionen, hay que estar otra vez con agilidad amenazante buscando que la gente cumpla con el método de transformación. Y si el agente de cambio se descuida, o simplemente termina su contrato, es muy fácil regresar a la comodidad del estado anterior de la transformación. Y esto lo saben muchos de los que están alrededor del proyecto de transformación, y saben que al momento de dejar de tener ese Coaching empresarial se van a perder esas buenas prácticas.

Y es una realidad que mucho de lo que podemos impactar con el cambio está a nivel personas… pero en casos aislados.

Piensa en cualquiera de las empresas que se están transformando en nuestro increíble país. ¿Que porcentaje de personas habrán adoptado realmente la transformación? No es un porcentaje muy alentador, teniendo en cuenta la verdadera transformación y no sólo el tomar fotos con 800 personas en un gran hotel de nuestra ciudad.

Si, como agente de cambio, logras impactar en la vida de algunas personas, eso es ya un gran logro. Ojalá las empresas pudieran aprovechar todo el poder de la transformación y no solo las vivieran por usar presupuesto, adaptarse a los estándares globales o ser cool.

Este es un llamado a esas empresas que se convencen de implementar un proyecto de transformación. Comprométanse responsable y completamente a esto.

Tengan en cuenta lo siguiente:

  • No va a ser rápido ni fácil
  • Es un cambio que debe ser manejado con una estrategia
  • No corras sin saber caminar: el SHU-HA-RI te dice que vayas paso a paso en el camino para que conozcas, practiques y trasciendas
  • Necesitas multiplicar el cambio en todos los niveles, no solo en algunas células de valor 
  • Vas a tener que cambiar prácticas, estructuras organizacionales, burocracia, políticas y territorios
  • Si, como verás, será doloroso pero tiene un propósito

Tenemos un gran camino que recorrer, a nivel cultural, para que la transformación sea, más que cosmética, sustancial y escalable.

Pero tengo mucha fe que, como país, estamos entendiendo como lograr ese cambio de forma ágil para que las empresas logren retener a sus talentosos colaboradores por más tiempo. 

Tengo Fe en que maduraremos como cultura de colaboración para prepararnos para hacer empresas Lean Agile.

Tengo ganas de ver a las personas amando su trabajo y aspirando a ayudar a sus empresas a crecer cada día más.

Y no es imposible: solo nos falta enfoque, visión y mucha experimentación.