Por: Iván Jiménez
En este 2020 donde diversas instituciones están implementando agilidad en sus trincheras, nos toca ver escenarios en los cuales se ejecutan tremendas cruzadas de frameworks.
Por un lado, los guerreros Scrum sacan sus tableros, burndowns y valientes Scrum masters se enfrentan contra hechiceros Kanban, dotados con TOC, CFD y otros elementos mágicos.
Y es que no se trata de estar de un lado u otro. En ocasiones ni siquiera se trata de buscar usar un framework al 100% (no he visto alguien que logre hacerlo) sino más bien de tomar lo mejor de cada enfoque (parece obvio, pero en la práctica, no lo es tanto).
E incluso, me ha gustado mucho usar la medicina alternativa ágil.
¿Qué es esto? Bueno, tiene que ver con quitarles la idea inicial a las personas de que vamos a usar uno u otro framework. Sino que toca sacar el molino, poner ingredientes, hacer una mezcla y empezar a usarla. Y ajustarla conforme veamos resultados, valor y aprendizaje.
Ya entonces vamos a revelar la receta secreta: “ah, esto que hicimos en el área X tiene notas de Scrum y Kanban, esto que hicimos en el área Y es algo de XP con Scrum”. Pero todo esto hasta que nos haya funcionado y enseñado algunas cosas.
Debemos cambiar la idea de buscar aplicar una receta absoluta para todas las áreas, e incluso, para todos los proyectos. No puedes aplicar, por ejemplo, un full scrum en un proyecto de 2 semanas. Ni usar Design Thinking para requerimientos regulatorios.
Aplica el “build-measure-learn” de Lean Startup incluso con la implementación de agilidad que vas a realizar. Ten siempre en cuenta que esto es un experimento guiado basado en frameworks y enfoques probados, pero que deben ser ajustados a la realidad de la organización.
Toma de volante tu mezcla, avanza, esquiva los baches. Frena cuando es debido, cambia de ruta si es necesario, no pierdas detalle de la señalización en el camino y cuida de no atropellar a nadie.
El camino es largo y a veces complicado. Paciencia y perseverancia, agilista.