Por: Omar Rodríguez

@AgileBDM

Pedro Martínez Pérez tenia un puesto de gran responsabilidad en una gran transnacional, le encantaba la rutina que durante años había seguido. Él vivía en su mundo, nada le agradaba y mucho menos el trabajo en equipo y eso de la Agilidad, decía que eran puras tonterías. Él hacía su trabajo y se aseguraba que todos en su oficina también lo hicieran.

Era la “vispera” de la Agilidad, los altos mandos se dieron cuenta que los tiempos están cambiando y él tenía que sumarse también. Mientras preparaba una hoja de excel detallando todo el tiempo que se perdería en esas reuniones y esas tonterias la agilidad llego uno de los mas recientes ingresos a la empresa, lo invitó a participar de “Charla Ágil”, donde se planearía el siguiente año.

Él inmediatamente tomó nota de más horas perdidas y le informó que pediría que los siguientes días la salida se retrasara para reponer ese tiempo perdido.

Después de cerrar la puerta de su oficina se dispuso a escribir un informe detallada de todo lo que estaba mal con todas las personas y explicando a detalle como su ineficiencia era lo que evitaba entregar el trabajo en tiempo….

Un toquido insistente lo interrumpió de su concentración, era Angélica que venía saludarlo porque estaría dirigiendo la “Charla Ágil”, ella antes era su compañera pero que dejó la empresa por irse con los “hippies de la agilidad”, le preguntó si asistirá a la charla, que era muy importante su participación. Él le dijo que no, que eso era solo perder el tiempo. Asi que él seguiría trabajando… ¡Como siempre se ha hecho!.

Angélica comprendiendo que no lograría hacerlo cambiar de opinión. Le dijo que lo visitaran 3 fantasmas y que tendría que recibirlos.

Momentos después Pedro se vió frente a alguien que se presentó como el fantasma de los proyectos pasados, lo llevó a preguntarse qué ha aprendido en todos estos años, le recordó lo pesado que es trabajar hasta altas horas de la noche para cumplir con tiempos irreales y que al final muchas terminan en proyectos cancelados. ¡Cuántas reuniones familiares!.. ¡Cuántas cenas, cuántas personas no había podido ver! … por los proyectos pasados… ¿Tienes también un excel con ese tiempo perdido?

Acto seguido se presentó una segunda persona, le pregunto… ¿Te gusta tu trabajo?, él contestó “Me da un gran sueldo”. El fantasmas se presentó “Soy el fantasma de los proyectos presentes”. ¿Has escuchado de cómo se está transformando el mundo?, ¿Lo que haces cada día te llena de orgullo y felicidad?, ¿Qué impacto tiene en el mundo tu trabajo?, ¿Crees que tu equipo se siente motivado a seguirte?, Si tu trabajo no tuviera un sueldo… ¿te gustaría seguir haciéndolo?… ¿Quiéres seguir trabajando como lo haces ahora?

La última de las personas que se presentó… le dijo “Yo soy el fantasma de los proyectos futuros”. Pedro rápidamente le preguntó, ¿Qué tienes tú que decirme del futuro? “Nada” le dijo el fantasma.
Nadie puede conocer el futuro…. soy un fantasma, no un mentiroso. Lo que si sé es que el futuro no será como tú, o como yo me imagino, surgirán nuevas ideas y nuevos paradigmas… algunas serán excelentes ideas…. y otras no tanto… pero ¿Cómo distinguirlas si nos negamos a su existencia?.
El futuro se está construyendo ahora, mientras platicamos.

“Me niego”, dijo Pedro, “me niego rotundamente… no quiero dejar lo que ya tengo y que tanto trabajo me ha costado mantener”. “Lamento escuchar esto”, dijo el tercer fantasma, “no hay lugar para esos pensamientos en los proyectos futuros… quien piense así, ya sea empresa o persona no puede sobrevivir”

¿Moriré entonces?, preguntó Pedro, “Sí”, contestó el fantasma, “al menos laboralmente hablando… esto es solo un sueño…. estas dormido después de todo”.

Un toquido insistente lo interrumpió de su sueño, era Angélica que venía saludarlo porque estaría dirigiendo la “Charla Ágil”, ella antes era su compañera pero que dejó la empresa por irse con los “hippies de la agilidad”, le preguntó si participa de la charla, que era muy importante su participación.

Casi decía “NO” de forma mecánica como muchas veces lo había hecho… pero se dio cuenta que los fantasmas tenían razón, debe haber mejores maneras de hacer las cosas y esa nueva tendencia debe de tener algo de sentido… “SI”, le contesto, “me interesa mucho esa charla y quiero escuchar lo que tengan que decir… y a eso le unimos la experiencia que podemos aportar estoy seguro que podemos hacer grandes cosas”.

Y así fue que un buen día como hoy, que nuestro buen Pedro Martínez Pérez inició su camino en la Agilidad… a partir de ese día aprendió mucho, mejoró mucho como jefe y él y su equipo hicieron grandes cambios para su empresa y para el mundo.

¡Que la agilidad los acompañe en estas fiestas!

Basado descaradamente en “Un cuento de Navidad”, escrito por Charles Dickens en 1843.